martes, 5 de agosto de 2025

RADIOTEATRO" _

Cuando  era adolescente , durante el verano, escuchábamos "Radioteatros" en una Radio grande de color verde nilo, que había  en el living de la casa.
Una casa muy antigua, hermosa , en un segundo piso , en la calle Matucana 39, a dos cuadras de la Estación Central y al lado de la Caja de Crédito Prendaria, llamada " la tía rica"dónde iban y venían  personas que necesitaban  recursos económicos, o
sea dinero  en efectivo ($)e iban allí a dejar sus cosas "en prenda" por unos cuantos billetes; desde joyas finas, relojes, planchas, máquinas de coser, cámaras fotográficas , manteles bordados, etc etc que tenían plazo de vencimiento y si no se pagaban o retiraban se iban a remate .
La casa nuestra en cuestión era muy grande con muchas habitaciones , enorme cocina y gran  sala de baño con una tina qque terminaba en cuatro garras o paras de león metálica.
Con dormitorios enormes y una gran galería o pasillo de ventanales grandes y pegada al lado de una terraza interior que usaban los vecinos, propietarios de la casa que arrendabamos a la Familia Llinás.
Personas de nacionalidad españoles... con una madre llamada  Teresa, dama  amorosa y tierna, que nos prestaba el teléfono , único teléfono residencial, que ella tenía porque su marido era un hombre de negocios y lo requería .
En ese tiempo tener un teléfono era un lujo .
La particularidad de la terraza era que a través de un cuadrado abierto , desde el primer piso surgía un árbol inmenso, grandioso: un acacio ,que en el verano nos perfumaba con su delicioso  aroma  y podíamos poner una mesita pegada a la galería para comer humitas en hojas o porotos Granados, que hacía la tía Bertita o comer melón o sandía en  las tardes de calor.
En la galería ancha y cómoda había una silla reposera de lona color verde que mi.padre y yo usábamos para descansar  esas somnolientas tardes de verano.
La casona tenía  una empinada  escalera de 32 peldaños y un descanso, siempre lustrosa , porque Cecilia , la esposa de mi padre se encargaba de tenerla brillante, con  barandillas hecha  en fina madera que terminaban con un gran bola de color caoba en la punta.
En la casa había 4 radios eléctricas : 1 en el living o salón, luego en el dormitorio de los padres, otra en el dormitorio del abuelo, otra en el comedor y una quinta que tenía yo "pequeña a pilas" forrada con un cuero café".
Volviendo al Radioteatro , era como ver las teleseries de ahora, pero haciendo surgir la imaginación al escuchar los personajes que los actores daban vida y los extraños trucos que usaban  para hacer sonidos y ruidos, es decir efectos especiales, desde pisadas sobre el césped, carreras, viento, lluvia, gritos , murmullo,ladridos, msullidos, graznidos, rugidos , cantos de pájaros, mar, olas etc etc .
No recuerdo que Radio transmitía a " Ben Quik o Un Ardiente Verano ", que era homónima de la película que daban en el cine, pero si rememoro las que daban en la Radio del Pacífico, porque en la familia éramos amigos de María Carrasco , una actriz de ese medio.
Marujita , que así le decíamos era una invitada estrella en nuestra casa para cuánto cumpleaños, fiesta o evento familiar  existiera y  declamaba infinitos y largos poemas que eran muy aplaudidos por todos nosotros  (" Mira como se me pone la piel cuando te recuerdo..por la garganta me suben alfileres negros...cuando recuerdo que soy un hombre casado y te quiero"..o también el de la madre que envío a sus 5 hijos a la guerra y nunca volvieron ...como Madre Coraje)
A mí padre que era un galán hermoso y llevaba consigo la estampa de su padre italiano, le encantaba y le pedía lo recitará.
Con los años supe de un " romance secreto " que tuvo con la Marujita.
Marujita era muy amorosa conmigo, en especial,  porque yo vivía con mi padre su esposa y hermana, lejos de mi madre .
Marujita era una especie de hada que me llevaba a la Radio Pacífico  cuando iba a grabar Radioteatros , en roles menores si , con Alfredo Mendoza, María Yopart ( Romance de Atardecer) Enrique Gana Edwars , Maruja Cifuentes y otros actores que no recuerdo sus nombres y Mario Lorca, gran amigo y actor de la película chilena Manuel Rodríguez, que con los años lo conocí de actor maduro por mi profesor de Literatura Osvaldo Ulloa  y Mario tuvo la deferencia de leer algunos poemas nuestros en un recital de nuestro Grupo " Espacio" en la SECH ( Sociedad de Escritores de Chile)
Recuerdo que un día me llamó por teléfono a mi departamento y me dijo, luego de saludarme: escucha esto:
Y me leyó unos poemas de mi autoría 
En su voz se escuchaban tan bellos , que yo exclamé:
Yo escribí  eso tan hermoso??
Obviamente con su hermosa voz , su entonación , sus flexiones acordes al texto todo se transformaba y era bello.
En la familia el Radioteatro nos hacía vibrar.
Inolvidables eran  " Esmeralda la hija del Río" ,  " Romance de Atardecer", " Lo que cuenta un Tango", otros de Terror como el " Doctor Mortis" , " La tercera oreja" , " Lo que cuenta el Viento"....era para nosotras una maravilla escucharlo en verano de vacaciones por las mañanas  mientras ordenábamos y limpiabamos el salón con grandes retratos antiguos de la familia...o por las tardes los de otros  Romances y fantasmagóricos o de terror.
Después vimos en el cine a Ben Quik protagonizado por Paul Newman , que yo idolatraba y tenia un póster en mi casillero del internado.
Tuve la suerte de encontrar hace pocos años en un supermercado la película " Un largo y ardiente Verano" y me la llevé a mi casa fascinada al ver a Paul Newman , me llené de recuerdos de mi adolescencia , como hoy al ver esta foto que encontré de Ben Quik en la red y rememoré la antigua y elegante  casa de mi adolescencia con todas esas historias.
Aún el año 1972 éramos felices con el Radioteatro , yo estaba casada , vivía en un departamento que compramos en Ñuñoa y con mi hija mayor escuchábamos un Radioteatro llamado:
" Alejandra la gitana hija del Río "
Tanto le gustó a mi hija de 8 años el nombre Alejandra, que me rogó le pusiera a su hermanita ," que venía en camino" que le pusiera Alejandra ..y así fue que cuando nació, en febrero de 1973 su segundo nombre fue Alejandra como la gitana hija del Río ...

viernes, 6 de junio de 2025

" EL BAILE DEL AMOR" _ AMÉRICA COMPARINI SALAS" TALAGANTE_ CHILE

Alberto  Galdámez Valdés, aspiró profundamente  y con placer el cigarrillo .  dibujo algunas volutas circulares en el aire, como cuando era un jovenzuelo 
Sin explicarse la razón o tal vez si, recordó una etapa de su vida que parecía dormida, sepultada.
Una imagen en Internet de una bailarina, lo retrotrajo a una historia pasada de su juventud...
Se vió joven y dueño  absoluto de sus pensamientos y quehaceres : libre
Y rememoró   esa época  lejana que había egresado de la  Facultad de Ingeniería de  la Universidad de Chile y se había titulado de Ingeniero Químico.
Como muchos jóvenes de clase media, deseaba  estudiar y cambiar su vida, por una que no dependiera de nadie y realizar sus propios sueños.
Ensimismado en sus libros no sabía de fiestas , pololeos o situaciones festivas  familiares, prácticamente "se había quemado las pestañas estudiando",  para alcanzar sus metas y escapar de su hogar.
Venía del Norte, de Vallenar y quería conocer el mundo y el sabor de la independencia: no dar explicaciones a nadie, ni sentirse ajeno.
Presentó su Currículum en varios lugares y finalmente, gracias a su capacidad y sin intermediarios ,logró ser llamado en una importante empresa Minera,  que solicitó sus servicio,  en una zona lejana de su hogar.
Entonces emigró de su casa materna.
 Se despidió de su familia con algo de temor y se lanzó como un joven guerrero a esta aventura de la sobrevivencia y autosuficiencia.
La Empresa Minera, lo recibió como uno más y pronto generó amistades con algunos compañeros, que lo acogieron muy bien.
Para un joven recién llegado no era tan fácil enfrentar la vida, sobre todo si es tímido; pero si esa timidez es acompañada de inteligencia , se destaca y la vida cambia.
Allí tuvo que evaluar  proyectos, establecer medidas de control en los procesos, reducir los efectos provocados en el medio ambiente, optimizar y supervisar . Todo lo aprendido en la universidad.
Era meticuloso y riguroso en sus  labores e informes, incluso algunos compañeros de labor copiaban su métodos.
Así se fue valorizando ante los ojos de todos y sus compañeros de labores, que lo consideraron y empezaron a mirar con respeto.
Pero no todo en esta vida es trabajar y si se es joven, se necesitan incentivos y despercudirse de la pesada rutina diaria.
Sus compañeros de trabajo lo invitaron a un "panorama" bajo el lema : hoy es viernes y mi cuerpo lo sabe".
Sergio se acercó a él  y le propuso salieran y se uniera al grupo.
 Bailarían, beberían y tendrían la grata compañía, de chiquillas muy alegres.." esas chiquillas que no saben decir que no". 
Primero estuvo dubitativo, su timidez lo acompañaba siempre que se trataba de mujeres, pero después lo entusiasmó la idea de bailar, algo que a él le daba mucha alegría.
Bueno y también por qué no?
Era joven  tenía 26 años , sus hormonas , la testosterona estaba en su plenitud y él descendiente de italianos era apasionado y tenía la necesidad urgente de vivir y alcanzar placer en ese acto tan extraordinario del sexo.
Así que aceptó ir , aunque con ciertas aprensiones.
Sergio palmoteó su hombro al tiempo que exclamaba:
_ Vamos amigo¡ 
_ No te vas arrepentir las chicas son muy entretenidas....y exquisitas...ricas!_
Así llegaron a una casa camuflada  de color azul, con una mampara de cristal , salón principal y habitaciones confortables. 
Todo decorado aparentemente en forma familiar, pero  con grandes alfombras, algunas  oleografías, con copias de cuadros,  replicas de modelos desnudas de Goya y otros pintores, candelabros, mesitas ratonas con licores , vasos, copas  y bebidas alcohólicas.
Un cortinaje negro de terciopelo,  que comunicaba con las habitaciones dispuestas para el placer.
 Al entrar una chica los recibió afectuosa, al parecer conocida por uno de lo integrantes del grupo. 
Una mujer mayor, de cabello rubio tinturado, vestida muy exageradamente con un traje escotado de fiesta brillante con lentejuelas verdes, collar de perlas y pulseras que sonaban al mover su mano y algunos anillos que simulaban piedras preciosas. Maquillada en extremo, se acercó y les dió la bienvenida muy efusivamente.
Se hacía llamar " la tía" y era la regenta del burdel.
De inmediato ella, conocedora de la vida y los hombres, detectó a Alberto.
Arturo, el mayor del grupo, le habló algo al oído a la tía, mujer hábil en estas lides, se acercó muy cariñosa . Abrazándolo lo besó  con sus labios pintados de rojo en el rostro.
Al hacerlo , Alberto sintió su perfume muy fuerte, inconfundible y se ruborizó.
_Bienvenido mi'hijito ¡ _
 _Aquí los vamos atender muy bien con las chiquillas¡_
_Cierto niñitas?_ Exclamó dirigiéndose a las muchachas que se habían acercado.
Aparecieron  todas las chicas muy alegres, vestidas para la ocasión con trajes ajustados y flores en el cabello.
Pronto se acercaron a ellos y tomándolos del brazo los llevaron al centro del Salón.
La " tía" , luego de darles la bienvenida, los invitó a pasar un buen rato, pasando a cada  uno, una hoja impresa , destacando los precios por hora , bebidas , licores, cigarrillos y las habilidades amatorias de las chicas.
Luego de ponerlos al día en su negocio dijo:
Hoy tenemos una especial primicia 
 Las chicas ofrecerán a ustedes, un número especial, traído directamente de  Colombia.
Un  hermoso y delgado chico gay de cabellos crespos y colorines , largas pestañas  profusamente maquilladas, con rimel negro y zapatillas de ballet, apagó todas las luces del salón e hizo funcionar el tocadiscos
En seguida la música invadió el salón y comenzaron a  sonar los clarinetes, el tambor, el guache, las maracas y la Cumbia colombiana, en todo su esplendor surgió inundando el Salón de Alegría y voces.
Entonces se produjo la magia : 4 chicas portando cada una 1 vela en su mano, comenzaron   con gráciles y sensuales   pasos a danzar la Cumbia, dando al salón un aspecto  fantasmagórico y mágico.
La chica que acompañaba a Alberto tomó cálidamente su mano y lo instó a bailar.
Este se integró al baile disfrutando el ritmo con ella,  que le sonreía y hablaba cariñosamente.
Luego del baile y los brindis , que se fueron alargando, los amigos de Alberto fueron desaparecieron  tras las pesadas  cortinas negras  para  adentrarse en las habitaciones, donde darían paso a todo el deseo acumulado en ese espacio erótico diseñado para momentos placenteros.
Luego de un rato de bailar, Mabel, la muchacha que acompañaba a Alberto Galdamez , tomó su mano y lo condujo al sillón más cercano, ofreciéndole una copa de vino, que este presuroso bebió, para así, espantar el susto de lo que vendría.
Algo que deseaba ardientemente , pero que emocionalmente le era difícil de asumir.
Mabel mimosa se sentó en sus rodillas, cruzó las piernas , dejando  sus  manos libres,  ofreciéndole aspirar de su cigarrillo.
Y así entre fumar y conversar, ella experta y conocedora de los hombres, al sentir la mano del hombre sobre sus muslos, comenzó a susurrarle en su oído frases cargadas de erotismo y ternura.
Erotismo, pasión y ternura ,fabulosa fórmula.
 ¡Armas para fascinar a cualquiera !
Alberto comenzó a desearla fuertemente y querer huir con ella al cuarto más cercano para sentirla ; situación que ella entendió al captar  su cuerpo ávido de emociones.
 Se levantó presurosa y tomándolo de su mano le dijo cariñosa:
 _Ven!_
Única palabra dicha , pero cargada de sensualidad por la voz dulce  de la chica, que provocó un escalofríos en su espalda. 
Entraron a la habitación, premunida  de una  cama grande , sábanas y cojines  celestes , música romántica y una pintura  sobre el lecho.
Se sentaron al borde de la  cama ,   Mabel tomó suavemente a Alberto de las solapas y beso su rostro delicadamente : él temblaba.
Ella repitió en su oído:
_ Tranquilo_ 
_Déjame hacerte feliz!_
Y así continuó quitando toda su ropa y tendiéndolo en la cama, para luego desnuda también,  recostarse a  su lado.
Susurrando en su oreja y besando su cuello repetía:
_Dime que quieres ! ...
_Pideme lo que quieras ¡...
Alberto  silencioso y totalmente erotizado, la abrazó ansiosamente y comenzó a besar suavemente sus  pechos y deslizar su mano hacia  su pubis y  sus labios inferiores para palpar su sonrisa vertical  en toda su cálida humedad.
Pero Mabel, conocedora de su función, se separó de sus brazos y  dijo:  _Espera! _
Luego  posó y sentó  sus caderas sobre su vientre y comenzó a b
  lamer , besar su cuello, su pecho, su vientre,  su pubis, hasta tocar, acariciar  con su rostro y su cabello su erecta masculinidad.
Alberto antes silencioso, dejó escapar pequeños suspiros que se convirtieron luego en  quejidos y a ratos cada vez más continuos , en gemidos de placer .
En ese momento desbordante de placer, Mabel motivada , aplicó  con su boca tibia,  todos sus conocimientos de consumada meretriz ,  logrando que Alberto sintiera un profundo deleite y ella pudiera   escuchar un ahogado y gutural  grito de placer escapando de sus labios, que invadió toda la habitación....
_______
Ese atardecer , Alberto cerró los ojos y aspiro profundamente su cigarrillo, volviendo a esa época de su juventud. 
Lo embargó un especial sentimiento y sintió que  ese recuerdo era tan suyo y tan secreto que manifestaba todo el  placer de su libertad interior .
Luego exclamó bajito, casi en un susurro:
_No me arrepiento de nada..de nada !!
Seguro ella debe estar tan anciana como yo...!
 Y apagó el resto de su consumido cigarrillo en el cenicero de madera, con una evocadora y feliz  sonrisa en los labios.
Fin
Fotografía:
Pintura Naif de mi autoria llamada
"EL baile del  Amor"













lunes, 5 de mayo de 2025

"LA HECHICERA DE LAS ROSAS"_ AMÉRICA COMPARINI SALAS-TALAGANTE-CHILE

     


 

La "Hechicera de las Rosas". vivía triste y confinada dentro de un cuadro de madera , que ella misma había pintado , llorando a solas y en silencio lamentando  sus penas  de Amor en un viejo faro en el país de un lugar más austral del mundo.
Como un pequeño ruiseñor herido ,  se ocultaba  para dejar caer  sus lágrimas y  sentimientos más profundos;  pero siempre amable y dispuesta  regalaba  sus bondades a lejanas viajeras y viajeros,  que la visitaban y solicitaban sus pócimas  y filtros de amor.
Brebajes muy especiales que contenían unos extraños y poderosos efluvios que ella preparaba en alambiques de cobre  y guardados celosamente en botellas de cristales rosados, violetas y azules.
Mezclados muy suavemente  y equitativamente con el rocío del amanecer   y agua de rosas  , previamente macerados la noche anterior en  luna llena y dulce miel:
1/4 de ternura
1/4 de humor
1/4 de erotismo
1/4 de pasión 
1/4 de incondicionalidad
1/4 de complicidad
1/4 perseverancia 
1/4 constancia 
1/4 de  deseo personal
100% de Amor 
100% de Respeto
100% de Libertad 
100 % de Lealtad
100% de Poesía 
Para hacer pociones y  pases mágicos en su caldero de cuarzo rosa mezclaba todo con Cuatro  plumas de colibrí que ellos dejasen caer en su vuelo nupcial :
8 flores de lavanda recogidas  de los vapores secretos de húmedas tierra 
8 flores de jazmín tomados del césped al amanecer .
Un atardecer  cuando ya languidecía el verano y el sol cansado bostezaba y se aproximaba el otoño,  pasó por su comarca , un Mago misterioso , que venía desde el mar y lejanas tierras, en su pequeño barco de velas lilas y proa amarilla disfrazado de polizonte.
Así  llegó tímidamente  tocando  con su  campana  de plata la pequeña puerta del faro .
Ella  tuvo a bien recibirlo con cordialidad y  preguntarle amablemente que deseaba y regalarle  unas monedas de plata, un vaso de leche tibia perfumado con vainilla y un puñado de castañas.
Conmovido por su generosidad con los demás y su historia de vida,  hizo unos pases cabalíticos y le dió magia a  a su vida y sus pinceles .
Entonces   ella volvió a  pintar , a sonreír y llenar de colores su nido   cercano al mar.
 Quitó  su vestido oscuro, se vistió de organzas y matices cálidos   y sacudió  las astillas que clavaban su alma y su corazón,  perfumando a Rosas su entorno.
Después de mucho tiempo , pudo sentir el sonido del mar, entender su lenguaje y el murmullo de las olas y suspirar.
De esa forma fue poco a poco calmando   su dolor por ese antiguo amor y transformándolo en un bello recuerdo...aunque jamás olvidando,  porque un gran amor perdura para toda la vida.
El misterioso Mago también , había preparado especialmente para ella pócima de un nuevo amor,  que llegó un atardecer  con su larga cabellera platinada  al viento,  en un corcel blanco y una armadura azul  con  un precioso ramo de flores para ella.
 Con su espada plateada desafiando los truenos  y tempestades, cortó los vientos adversos y la rescató durante hermosos y dulces meses con sus besos y palabras de amor .
Y vivieron muy felices comiendo perdices?
_No!_
Porque al igual que  las citas a ciegas y los  touch and go..no siempre resultan y no perduran mucho tiempo.
Tampoco comieron perdices  ..sino hamburguesas vegetarianas, porque 
 ella  eran ecologista y  tenía además muy clara conciencia del sufrimiento animal : ya sabido  era, que ellos ,  son seres sintientes y vulnerables al dolor.
Cada uno vivía en su Comarca  y a kilómetros cercanos,  visitándose de vez en cuando, para mantener la magia y no romperla con la diaria convivencia .
El encantador caballero la llamaba en cualquier momento y ocasión.
,entonces hablaban alegremente  por su fonos  perlescentes hechos de caracolas  marinas , que recogían en las playas aledañas de arenas doradas, que de vez en cuando visitaban tomados de la mano  o también  él gentil  le escribía ardientes o apasionados mensajes  cuando la situación lo ameritaba, para mantener siempre flameando la llama de la pasión ....
Pero como las citas amorosas no perduran con el tiempo,  donde solo prima el erotismo y el sexo _ no habiendo nada más _ pasado un tiempo , se desvanece todo ante situaciones delicadas y de riesgos personales, como le sucedió a  la Hechicera de las Rosas , que  un día bajando alocadamente las escaleras de acaracoladas formas del Faro, cayó y rodó.
Rodó, rodó , rodó y rodó: fracturando una costilla se quedó.!!!!
Tan adolorida y enferma estaba, que ni los elixires y pócimas de un Mago Sanador de Huesos, lograron hacer que volviera a sentir, correr, o bailar entre las nubes.
Resignada a su suerte , una tarde, Hechicera , en un especial ritual guardó y perfumó en su arcón de madera de sándalo,   cuidadosa y amorosamente cada ropa que ella tenía a bien usar, cuando venia el Encantador Caballero.
Mientras doblaba cada prenda: sus medias negras de nylon con encajes a medio muslo,  sous-vêtement  de seda negra, tul  encajes , collar de perlas del río, pulseras, adminículos y otras delicadeses  sensuales , que encandilan y entusiasman en el juego erótico del amor....en ese preciso instante,   ella pensó realistamente, que el sexo era maravilloso cuando 
habia química recíproca ...pero más aún y fabuloso  cuando estaba presente el   Amor u otros valores, que hasta pueden prescindir  de lo material y la sexualidad.
Y así fue como pata tin pata tán,  el idilio erótico de la "Hechicera de las Rosas y  del Encantador Caballero", C'est fini...É finito Acabou... The  End ! 
Ella se despidió  gentil y amorosamente , agradeciendole todos esos  bellos momentos de ternura y  pasión , como también  los hermosos ramos de girasoles, que él le regalaba , cada vez que la visitaba,  rescatándola de la tristeza y la soledad ...
Muy tristemente el caballero  besó su delicada mano, anúnciandole y esperanzado  que vendrían buenos tiempos  para ellos, pero no vinieron ,porque  ella era toda poesía y él no sabía leerla.
 Tomando  su corcel blanco , el gentil Caballero ,enfiló una nueva ruta entre las nubes y las estrellas, no sin antes decirle:  " me llevo el ardor de tu piel en mi cuerpo " ... y  desapareció envuelto en una nube rosa...tal vez, probablemente, quizá, a lo mejor,  pensando  en una nueva y dulce aventura con otra gentil damisela  , que agradeciera sus grandes  dotes amatorias.
                 Fin
Moraleja: 
Esto sucede solamente en los Cuentos de Hadas , Hechiceras y Magos , también en la imaginación algunas escritoras  de costillas fracturas, 
porque los humanos,  hemos olvidado muchas reglas de Oro del Verdadero Amor...fuente de toda inspiración y sanación .

Fotografía : Pintura Naif "La Hechicera de las Rosas" autora América Comparini Salas

"POR CULPA DE STEVEN SPIELBERG"_ AMÉRICA COMPARINI SALAS-SANTIAGO-CHILE

 


El sonido del motor zumba e inunda la habitación,
 Marcela, a cabeza gacha, aprieta fuerte e pie en e aceerador de su vieja máquina de coser Remington y deja correr rauda  a aguja,  marcando un precioso y  perfecto zigzag  de tono morado sobre a tea coor ia.
_¡Color transmutador”¡ _ dice suspirando profundamente.
Su Maestra de Reiki, lo enseña y le cree.
Asocia a a razón,   por a cual la iglesia, os obispos o usaban.
_ E coor de dueo¡_
 Color  que vovía  tenebroso aqueos hábitos cogados y puestos en os santos e año 1956  , os  días de Semana Santa en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Eran tres largos días, empezando por e jueves santo  y se guardaba siencio.
También   a carne  de viernes era prohibida.
 Se contaban mies de historias ejempificadoras de cómo pagaban su irreverencia os pecadores sacríegos que la consumían 
¡Los pobres estaban en penitencia eterna¡._
"Jesús y e cavario",
se conjugaba en un ceremonia tétrico que asustaba a os niños y hacía apretar con más fuerzas e rosario a as beatas. 
Mujeres tristes , reprimidas hasta a saciedad, cegadas por dogmas intimidatorios, cuya finaidad era mantener a a gente sometida por e terror y a no ser, o a ser como aqueas veas gastadas, agrimeando una gota contrahecha de sebo, para morir soas y desfaecidas en a penumbra, soñando ser beas ámparas, iuminando rostros de  hijos,  de famiia hermosa y respirar boca a boca  a sonrisa, os abios de un compañero que as hiciera sentir penas, en e  fabuoso acto de amar.
Mientras presionaba con más fuerza e aceerador del motor de  la máquina de coser, os pensamientos rodaban a a par y  crecía un monóogo  con preguntas y respuestas infinitas: 
_No!_
_El amor no es así, nacimos, fuimos creados  para forecer¡
_E Gran Hacedor  no quiere sacrificios absurdos!
 "Amaos os unos a os otros "como yo" os he amado¡
_Qué más caro?_
Los otros son puros cuentos de os barrigones religiosos, que cambiaron a castidad por a gua , aunque algunos  lo hacían ocultos dañando a seres inocentes como los niños
_Pedofília  repugnante y desgarradora!_
 Expresó convincente, quitándose e afier de a boca.
Su  fiel  perrita Coca, única compañía, en este devenir de adulta mayor, levantaba una oreja y  movía el  pellizco de rabo, solidarizando a  su manera.
Marcela arregla una  fada,  ropa femenina  que agregaría a su abundante guardarropa de verano, para ucir cuando iba a trabajar diariamente  a  centro  y corazón de a ciudad.
Única frivoidad, que aún e  quedaba.
Era hermosa la prenda y  la adquirió en  de su barrio.
Se  a mostró y vendió Estreita, mujer, uchadora, que conoció hace más de 15 años, con sus dos hijos cogando de a cintura, en un puesto chiquito en a feria de la comuna de Pedro Aguirre Cerda.
 Hoy con un puesto más grande, más  surtido y festejando orgullosa  su primer nieto y la llegada su hijo  grande, crecido, tituado gracias a su puro ñeque y esfuerzo. 
Y ahora viajando a Francia a perfeccionarse.!
 Estrellita, encantadora,  dueña de una ancha y  amorosa sonrisa, que la acompañaba siempre, al igual que el cigarrillo en su mano izquierda,  porque la derecha debe estar libre para atender a las clientas y correr rauda los ganchos metálicos mostrando la mercaderia .
Ea es su proveedora de mútipes prendas made in Usa, ,  Hong Kong, Guatemaa, Escocia, Uruguay, Francia, Itaia,  Singapur y otros  nombres que no recuerda.
 Cientos de países que nunca  visitará, pero que sin sabero, a han adoptado, como una adicta compradora.
Afición heredada de ese hombre que durante 18 años de su vida, con agunos satos temporaes, fue su compañero, cuasi padre de su hija.
 E que se iba y volvía mútipes veces sin aviso alguno, cuando la culpa lo asediaba.
"_¡Caro,  él era como aque  personaje de Gabriel  García Márquez, que gopeaba con su anio a puerta, amándoa reina y desbaratando en un segundo su vida!_
 Él,  que como una caprichosa nave,  aparecía en su puerto ,a  ratos fascinante,  cautivadora y uego huía,  sienciosamente, sin que ea se diera cuenta, dándole un gope de gracia a su corazón."
_ Tavez él amaba su propia creación, su retórica, su habiidad para interesara en os sin fin de cuentos que e contaba , como "Excaibur  y e Cabaero Aado,"  narrado una tarde de invierno, frente a a pequeña pazoeta y la  fuente de agua  inagotabe, o quizá su poesía que hababa de amor hacia ella demostrándolo públicamente frente a sus pares poetas en las reuniones del Grupo Literario , aunque  ea ponía en duda que fuera real y más que nada solamente "pura literatura "manejo diestro de su lírica y metáforas .
  Él había sido su sino, su condena inevitabe por un tiempo, pese a todos sus raciocinios..
Marcela farfullaba con un afier en a boca
Recordaba las compras de ropa , ese vicio que les  llevaba a recorrer  continuamente la calle céntrica de punta a rabo, y llegaban a su nido de amor, exhaustos y felices con una bolsa repleta de  trajes, blusas, camisas, pantalones, chaquetas, chalecos, prendas íntimas, etcétera, confeccionadas en bellas telas, botones diferentes, accesorios únicos, bordados, encajes, de hermosos colores.
 Atuendos que la invitaban a   desfilar para él en el living de su casa, transformado en pasarela, donde ella lucía alegre, risueña, con las tenidas que formaba, soñando  lucirlas  en tal o cual Evento de  Bellas Artes , alguna Embajada, Hotel , lugares de la Cultura donde se reunían y disfrutaban juntos.
Asistían, viéndose estilosos, elegantes, con atuendos irrepetibles, nuevos, pero ya usados en su país de origen, por sabe quién  homónimo a ellos.
_¡ Dios tan  feices que éramos con tan poco!_ exclamó
_Como si visitáramos as tiendas más eegantes de Nueva York,  París, o Itaia¡_
Era entonces a maraviosa compicidad, e cariño que chorreaba, la pasión y la ternura anudada: plena.!
-¿Pero cómo olvidamos todo?_
_" Es tan corto el amor y tan largo el olvido"_ exclamó limpiándose una lágrima irreverente que corría por su cara y casi tragándose el alfiler.
Luego miró divertida a su perra que roncaba.
Esta abrió un ojo y e dio una mirada de extrañeza.
_Coca no se expicaba por qué ella interrumpía  su sueño, con sus conversaciones tan humanas._
 _Acaso no e parecía poco e ruido que hacía con a máquina de coser, sobretodo cuando os fantasmas de pasado a abrumaban ?_
_"Por qué Marcela no era como su raza perruna que se conformaban con un pato de comida y un poco de ternura y cuando se apareaban o hacían con cuaquiera y uego se desentendían?_
 _Los humanos  eran compicados.!_
Se acomodó, en la alfombra con un pequeño quejido y trató de continuar durmiendo. 
Marce, como la llamaba su hermana y amigos, seguía con su vorágine de recuerdos. 
Ahora con palabras y un monólogo fuerte que arremetía, retumbando de pronto en su cabeza y no sabía a pito de qué.
De pronto apareció
esa palabra, esa desafortunada  palabra: "bastarda"
 _ Por qué recordó?_
Calificativo, expresión, que estranguló su corazón, que le perforó el centro del pecho, que  le dolió  tan fuertemente y  que la acompañó toda  la infancia:
Como aquella tarde que el tío más serio, el de los ojos azules, el séptimo hermano, séptima huella, séptimo sello de  aquella familia italiana, exclamara furioso dirigiéndose a su padre:
_¡Cásate “ahora” para que no hayan  más bastardos en la familia!_
Bastardos! en castellano, correcto, bien hablado , dicho por personas educadas, duele, taladra; pero  no  es tan brutal, como cuando dicen con ira " huacha".
Suena más hiriente, feroz, vulgar, como la persecución que le hicieran a la salida del colegio algunas pequeñas compañeras
correteandola, persiguiendola, acosandola cuadras larguísimas, que la  hacían cruzar casi volando ,  bajar por  Avda. Matucana, hasta llegar exhausta, envuelta en una bruma húmeda, a la puerta de su casa, donde vivía con su padre y esposa,  que no era su madre , la pequeña hermana y la familia .
Jadeante, desesperada, golpeaba una y otra vez, la puerta, con aquella manito de madera con anillo, tan peculiar y propia  en las casonas  antiguas, para que abrieran rápidamente.
_ No le importaba siquiera que le llegara una amonestación por su insistencia .!_
Solamente quería entrar en su habitación, cerrar la puerta y  correr a  su cama,  tirar el bolsón con los cuadernos al suelo y dar rienda suelta a la pena llorar ríos, toneladas de líquido mucoso, salino y tapar sus  oídos para aplacar los gritos:
_¡   es una huacha  una huacha ,  es una huacha !!!_
Cantadito, que rompía sus oídos y le hacía latir  el  corazón como si tuviera una bomba  dentro de  él.
Todo aquello tremebundo, que no se llamaba bullying como ahora, sino prejuicios, chismes de grandes, falta de amor, de caridad, ante una niñita hermosa, pero sin la figura protectora materna a su lado, desvalida, con un orfandad dolorosa. 
Las madres de esas niñas  no se daban cuenta que sus hijos pequeños escuchaban y era una forma de aplastar, barrer con la dignidad de otra. 
Dolor que no conseguía olvidar en los amorosos brazos de su progenitor , que tomando las medidas concerniente en contra de las vecinas,  la abrazaba horas después .
Su padre le sujetaba el  mentón   para consolarla y lo mirase..
 Ella lo observaba  hundiéndose en sus ojos claros:
_No!_ escúchame Marcelita
no es cierto lo que te gritan ¡
_¡Me tienes a mí y tú eres mi hija mayor,  la hija del amor. ¡_
_¿Escuchaste?:
_¡La hija del amor!_
_¡ Y hecha con amor ¡_
Gesticulaba alterado, rojo de pena, su vena frontal saltaba, de impotencia, de ira!
 _¡Recibida en mis brazos, con mis manos, con amor ¡_
¿Pero qué sabía una niña de 9 años ,tantas décadas  atrás ser hija del amor?
_¡Bastarda, huacha, bastarda , huacha, bastarda¡_
Como un rayo pasa por la psiquis de Marcela  "Su niña interior de aquellos años" y se estremece hoy, que es un día  domingo,  cuando tiene a cuestas 60 años.
 _Bastarda, huacha , palabras ofensivas, que la invaden, la penetran, la destrozan. _
_ ¿Por qué aparece?_
_ ¿De la nada?_
El subconsciente y el consciente juegan sus propias cartas y en ese cóctel del feed-back arrollador, generado y  creado por alegrías, penas, circunstancias y ámbitos, sabe que no es casual.
¡Nada es casual en la vida¡ ,_
_¡Nada¡_
Ayer sábado, se dio otro  regalo “para estimular el autocuidado” se compró la película  "Abraham Lincoln".
 Obviamente el tema principal era la 13º Enmienda sobre  de ”.
Mientras diseñaba cambios e hilvanaba su nueva prenda, escuchó la perorata y discursos de los enviados de diversos  estados: Nueva York, Carolina, Virginia etc etc.
 Lo que más la impresionó, aparte de la excelencia de los actores, los textos, el guión, el lenguaje convincente, los  hechos representativos de una historia, interpretando  la  lucha de un hombre sensible, calmo  como el Presidente y sus seguidores, frente al cúmulo de odio despiadado, abyecto, la bestialidad de la guerra, los confederados y sureños.
 Diálogos intensos crueles, acumulados en contra de  otros seres humanos llamados "Bastardos o inferiores."... 
Por su color diferente, personas que  en su patria nacieron libres que  entre cánticos y alegría cultivaban sus tierras, para terminar en otro mundo humillados, vejados, torturados, azotados, fatigados in extremo: muertos de cuerpo y alma.
Y como si fuese poco: el  director marcaba también el menosprecio por la mujer, la ironía con que se referían al  voto femenino.
 Esa ira sin razón y porque si, avasalladora, explosiva en contra de los que sentían diferentes o hacían tambalear sus intereses.
­­-En este caso la realidad sobrepasaba la ficción-­­.
Es seguro que  por esas palabras, miradas, diálogos brutales, recordó lo que aprendió de niña en boca de aquellos que festinaban llamándoles bastarda,  avergonzándola en las matrículas escolares,  en los certificados de nacimientos ,dónde  se señalaban ser hijos naturales o “ilegítimos”; marcándolas  a fuego, sólo porque era una niña hermosa y se destacaba del grupo, por la insidia de una madrastra celosa, que había contado una intimidad familiar.
_¡ Ya pasó todo eso, ya no duele¡ _ repetía 
_Hoy, afortunadamente surgieron leyes y  todos los  hijos están en igualdad de derechos¡- exclamó aliviada  para  convencerse, cortando el hilo con  la tijera, rematando la costura y bajando el pié del acelerador de :
_Sin embargo aún existen sentimientos adversos, negativos, malsanos en el mundo,  van rotando  y son de diversas índoles_!
_Formas discriminatorias y crueles, porque a pesar de las leyes creadas como protección, el hombre sigue siendo un lobo para el hombre_!
,_ ¡Con el perdón y el respeto de los lobos que son bellas creaturas .
Marcela desconecta e cordón de Remington, sacude a prenda y satisfecha la mira terminada y excama convincente:
_¡No,  ¡
 _Si la culpa de todo ésto es de Steven Spielberg que  remueve cenizas!.

Fin
Fotografía :
" A pesar de todo Primavero" autora América Comparini Salas 

viernes, 28 de junio de 2024

CARLOS ÓRDENES PINCHEIRA "MORIR O CANTAR" -NICUENTOS-CHILE



Tu cuento. América, lo es una ruptu al cuento: son Nicuentos...

Carlos Ordenes Pincheira

MORIR O CANTAR

Nicuento

Hace frío. Aunque la noche invita a la ensoñación, allá arriba, los astros son helados y la luz
cae confundida con la escarcha.

Tirado en el barro me estremezco. Un pájaro grazna sobre mi cabeza. Canto agorero, presagio
de algo imprevisible, quizá un derrumbe de terrones secos. O la sombra empedernida en que yaceré.
´
Inmovilizado por tantas heridas, sólo puedo mover los ojos, el mundo es como una carpa de circo,
azulada, cuajada de hielo. En mis oídos, las hijas susurran cánticos fúnebres. Moriré. Y no lloro ni
gimo. Estoy asumiendo mi partida con serenidad. Hasta me gustaría cantar mi
último tango, ese que siempre le dedicaba a Carmen. “dejame que te diga despacito, bomboncito,
bomboncito, dueña de mi corazón...”

Hace ya mucho que la sangre dejó de manar. Me siento próximo al desvanecimiento.Dos leopardos se acercan... me miran casi con desprecio y se van...Todo me duele. Cierro los ojos. Creo que así debería esperar el último minuto, ese que talvez me lleve a un cielo distinto a los que que conozco.

No puedo dejar de mirar esta inmensa carpa azul salpicada de remaches plateados. Quisiera que ella
estuviera acá, pusiera su mano sobre mi frente disgregada por el dolor. Tengo sueño bajo los
párpados y la veo sonreír mientras camina hacia la estación...

No sé si habré dormido un minuto o dos horas. Me sentía como abandonado en un baño turco. Y una sensación de caer, caer hacia el fondo de un pozo oscuro, poblado de fauces abiertas.. Al abrir los ojos, una gota de espanto recorre mi piel, a
sacude mis raíces. Frente a mi una figura fantasmal. No parece real. Pestañeo. Es un hombre de mirar suave. Nunca lo he visto antes:viste ropas de otro siglo. Parece un espadachín. No sé por qué le digo que se vaya.
-¡Levántate!--es una voz autoritaria- ¡Nada eres si continúas en el lodo! ¿Levántate...!

-Estoy herido de gravedad -casi susurro- ¿Sabe? He perdido un río de sangre...
El ve mis heridas. Se ríe.

-¡Es nada! ¡Nada! ¡No son tus enemigos los que te dejaron así! ¡Fuiste tú!
-¿Y la sangre, la inventé? ¿Y los cuchillos hundidos en mi cuerpo?
-¡Son tuyos!

-¿Míos? Yo no he clavado ese acero en mi abdomen... ¿Lo hice yo mismo?

El hombre me exige que lo siga. No puedo moverme, estoy pegado al barro y se ha secado con mi sangre. No puedo. No. Quiero enmudecer aquí. No hay ya horizonte. Todo está perdido...

-Es la hora! ¡Debes levantarte y caminar!

El hombre de otro siglo se ve decepcionado ante mi resistencia. Empieza a correr, a
desaparecer, poco a poco.

-¡Sígueme...!
Miro hacia la distancia, el hombre está ya muy lejos. Hago un nuevo esfuerzo, crujen mis huesos, aunque ya no me duelen tanto. ¡Lo alcanzaré! Con gran dificultad empiezo a caminar, luego a correr...
deberé alcanzarlo antes que desaparezca...

Carlos Ordenes Pincheira

miércoles, 14 de febrero de 2024

LA ENCOMIENDA _ MARÍA CECILIA ROJO REDOLÉS (MARU ROJO) _CHILE


"LA ENCOMIENDA”    

De la mano recorrimos cerros y quebradas en el norte verde acompañados de mulas y cabritos, acampamos a orillas del rio Maipo escuchando el lamento de las montañas, nos bañamos desnudos en la mar horconina, salimos a pescar en noches de luna llena en la caleta de Guanaqueros, leímos a Becker en plazas abandonadas, fumamos marihuana en los jardines del Pedagógico entre logaritmos y funciones, celebramos el triunfo del Compañero Presidente, caímos presos y fuimos torturados por orden del tirano, y mucho más…pero un día soltaste mi mano para recorrer el mundo con un nuevo amor y cumplir tu sueño.
Entre sollozos me pediste perdón, te habías enamorado, tu destino era el Tíbet.
Han pasado más de cuarenta años desde aquella despedida, nunca más supe de ti, ni una carta, ni un llamado, eterno silencio.
Hoy día en que me encuentro descansando bajo la sombra del canelo que plantamos juntos en el antejardín de nuestra casa, llega una encomienda que envías desde Barcelona. La recibe Penélope, nuestra hija, a quien dejaste de ver
cuando tenía ocho meses de vida, después de implorarte que no te la llevaras. Aún creo escuchar crujir tu corazón de madre al despedirte de ella. Le pido que no la abra, ya no vale la pena, he quedado ciego de tanto llorar tu ausencia.
                      **********
María Cecilia Rojo Redoles. 1946, Profesora de Matemáticas Escuela Industrial Quinta Normal. Exonerada política en 1973 por la Dictadura y con prohibición de ejercicio de su profesión en forma definitiva.
                                               __________________________

miércoles, 19 de octubre de 2022

EL MILO _ ALFREDO ABURTO MARCHANT_CHILE


   El MILO                                                    
 Era un local pequeño, oscuro, en una callecita estrecha, paralela a otra en la que grandes negocios de repuestos de automóviles, acaparaban el interés de mirones y compradores.

 Siempre evité entrar o salir por esa calle, porque lo había visto. Sin duda era él; pero sin darme cuenta, quizás por mi costumbre de ir ausente, concentrado en mis inconclusas construcciones, transité distraído el corto trazo de su umbral.

 - ¡Guatón  Leo...!   - y su voz chillona, con la entonación de mi barrio de la infancia, salió de la penumbra al  mortecino sol invernal y vino a dar contra  mi espalda con el peso de un saco de cemento.

 ¡Guatoncito querido!-   Exclamó, ya en la acera, con los brazos abiertos y su sonrisa de dientes de oro.

 -¡Negro Alfonso!-   reaccioné aparentando sorpresa y nos fundimos en un abrazo tan prolongado que me permitió percibir  el agrio olor  a tabaco y alcohol exudado de su brillosa epidermis.

 -¿Qué andai haciendo Guatón,  qué es de tu vida?

 - Trabajando pu´h Negrito, trabajando.

 - ¿Trahajando en qué gueón?, si los giles que trahajan no andan tomando sol a esta hora.  Pasa pa entro pa que conversemos un rato mas mejor.

 El interior no me sorprendió, mal iluminado, sucio, estrecho, y en un rincón una mesita, dos vasos y un envase  de dos litros,  con un resto desvanecido y un cenicero de bronce macizo repleto de puchos reventados.  En repisas de madera en bruto, repuestos antiguos y usados manchados de óxido y grasa. Al darse cuenta de mi observación continuó…

 - Pura pantalla pu´h  Guatón -  y extendió su brazo derecho en un único aleteo ralentizado de mariposa negra, para mostrarme su entorno.

- Hago mis malabares Guatón, me encargan accesorios super difíciles, de autos antiguos, de colección.  Entonces por contactos que tengo sé en el día donde hay un auto de ese modelo y mando a mi equipo nocturno a buscar lo que me pidieron.  Con cuatro o cinco movías a la semana queo pulento. Lo bueno Guatón, es que los giles que “cooperaron” también se convierten en clientes de acá, les dejo una tarjeta, hi.hi.hi......

 Mientras hablaba y reía me ofreció asiento y llenó con piscola añeja, mezclada en el envase, dos vasos marcados de pegajosos dedos.

 Era el “Poncho” más hijo del  barrio que de su madre,  con muchas historias que contar.  La mitad de ellas solo mentiras, las otras magnificadas hasta lo ridículo.

 Se sentía tocado por una varita virtuosa cuando acertaba con un apodo cruel y despiadado para un aparecido en el grupo de la esquina.  Casi lloraron de impotencia “el pata de chula” , “el guagua”, “la pingüina”, “el Bocacho”, “el mano muerta grande y el chico”,  “el treintitres”, ”el dolly-pen”,  “la mini puta”, “el cogote e´ chuzo”, “el Milo”.... “El Milo” media dos metros de altura, de  ternura e inocencia.  No lo bautizó “Milo” aludiendo al tarro gigante de un producto lácteo, tampoco por llamarse Camilo...  se llamaba Bernardo.  Le puso “Milo”, por ser, según él, hijo único de su mamá soltera y del prehistórico Milodón patagónico.

 Era fácil ubicar al Poncho, las risas que a borbotones  manaban del montón de pelusones reunidos en la esquina, denunciaban su protagonismo parásito a expensas del gil de turno.

 -¿Seguís en la mecánica Guatón?

 - Si negro

 - Hartos años que llevai en eso, ¿porqué no hay cambiao?

 - No me incomoda Negro, me ha dado para pagar la educación de mis cabros, para vivir, es una pega independiente, y Negro....  no me he quedado nunca cesante. 

 - El otro día estuve con mi compadre-  Dijo después de un trago y girando el vaso sobre la mesa.

 Su compadre “Choe”, como lo apodaban, era quién más gozaba con su show, su admirador desde que lo vieron sus ojos, su guía espiritual en el primer cigarrillo de hierba mate,  en su primera borrachera con cuba libre hasta perder el conocimiento, y en el regreso a la vida con una aspiradita por la nariz

 Lo que “El Choe” no aprendió de su compadre fue a parar en el momento exacto en que “el gíl de turno” era una olla a presión con la válvula pegada, y continuaba embalado haciendo él un pobre segundo acto, dedicado explícitamente a su maestro, hasta que le bajaban el telón de un puñetazo en el hocico.

 -¿Y qué esta haciendo el Choe?

 - Tiene una fábrica de cuchuflis. “Don Choito” se llama.  Empezó con poco capital mi compadre, el manjar le alcanzaba pa las puntitas hi, hi... y Guatón ¿Hay visto alguien del lote?... porque ya no quea ningún conocido en el barrio con esto de la “redemolición” urbana.  

 -Al “Milo” lo vi hace tiempo, me parece que estaba como cuidador de un taller por Alameda abajo.

 - ¿Y sigue usando el gorro con esas orejeras que se abrochaban por encima de la cabeza?

 - No pu´h Negro, el pelón  de la tiña ahora  se lo tapa con una peluquita.  Si no es por el porte no lo habría reconocido de primera.

 - Hi..hi..hi...., con peluquita, hi..hi.. No la caguis Guaton, hi..hi..hi... - no podía parar de reír, se estremecía entero, le saltaron las lágrimas.  Cuando pudo calmarse, se mandó lo que quedaba en el vaso y continuó.

 - Hi..hi..hi... no Guatón, no fue la tiña.  Vos no llegabai al barrio todavía cuando pasó lo del “Milo”...

 El Poncho me había capturado una vez más, después de tantos años. Me tragué la carnada, el anzuelo, y me acomodé resignado a lo que viniera. 

 - ¿Te acordai del canal?   Bueno, en tu calle estaba pavimentado, en la mía estaba tapado con tablones, la mayoría podríos y quebraos.  Jugábamos una pichanga, todos de no más de diez años pu´h Guatón,   medio oscuro ya  pu´h Guatón.  - El último gol gana-  dijeron los de la otra cuadra.... y lo metieron ellos.  Al Milo lo teniamos detrás del arco y también se le pasó, salió corriendo detrás de la pelota que se fue dando botecitos en los tablones,  El Milo dio varios saltos tratando de cazarla hi..hi...hi... y pasó cagando pa bajo hi..hi..hi....

 Me levanté de la desvencijada silla para mover mis piernas entumecidas y solo por interrumpirlo le comenté.

 - Era verano supongo,  porque si no el pobre Milo se habría ahogado.

 - No,  Guatoncito, era invierno y lluvioso... como los de antes.   El canal venía llenito y hacía ese ruido como de tren en túnel que te paraba los pelos.

 - Eso si que no pu´h Negro-  dije empujando la silla hacia la mesa, y con un chasquido de dedos por sobre mi hombro…  -   Esa no te la cree nadie, ¿en invierno?  ¿con esa corriente?... todos se morían.

 También se paró tirando atrás la silla, y apoyando su brazo izquierdo como un puntal sobre la mesa se echó hacía adelante, formó una cruz con el pulgar y el índice de su mano libre, le dio un sonoro beso, y me la tiró a la cara.

 -¡Por esta!... ¡por esta que es cierto!..  ¡Puta Guatón, yo creía que vos sabíai esta historia.

 Volvió a sentarse al mismo tiempo que se apropiaba de mi vaso, sacó de un bolsillo un paquete de cigarrillos trasnochados que en un movimiento de muñeca se asomaron y los puso a mi alcance.

 - No Negro, ya no le hago al humo.  

 - Ni tomai, ni bailai apretado, ni te gustan las mujeres hi..hi..hi...  siéntate gueón porque esta es de la vida real.

 Obedecí con desgano, porque ya no tendría una nueva oportunidad para zafarme.  Mi tiempo le pertenecía.

 Encendió un cigarrillo, le dio una chupada profunda, la aspiró hasta lo más recóndito y se la acomodó con un buen trago, para no devolver el humo.

 - Gueno pos Guatón,  se cayó el Milo, quedó el griterío de cabros y empezaron a salir las viejas y los viejos, los perros, los curaos y el barrio en pelotón partió corriendo pa´ la línea del tren, dos cuadras mas abajo, donde el canal se abría en río y  los ahogados quedaban atascados en las rejas que, vos sabis, eran para que no siguieran a juntarse con el Mapocho.

 Mientras tanto ya habían ido a avisarle a doña Orfa, la mamá del Milo.
¿Te acordai que trahajaba de fámula pa´ lla pa´ rriba.?  Como volvía muy de noche no hubo caso.

 Llegamos a la línea y el Milo ni señas, de Ripley Tongüa, más todavía con el portecito del gueón, ni cagando pasaba por entremedio de las rejas.

 Esperamos harto rato y el Milo no llegó.  Se juntó mucha gente cuando llegaron los pacos y los bomberos con reflectores. Se hizo muy tarde y escuchamos que al otro día iban a secar el canal.  Nos fuimos apenados pensando que a lo mejor el Milo estaba agarrado de algo, a punto de desmayarse, o que podría estar acorralado por los guarenes en alguna alcantarilla.  

 Cuando llegó doña Orfa  a la entrada del pasaje, la gente se le fue encima, le contaron y  ahí mismo se desmayó.  Le sacaron la llave de la chauchera, abrieron la puerta y la entraron en andas a la pieza que era living, comedor, cocina, güater.... y… en la cama...  el Milo, en blay, en pelotas Tongüa, medio ido y sujetándose con las dos manos en la cabeza un trapo ensangrentado.

 Se supo todo.  Según contó el Milo, lo agarró el canal, lo subió, lo bajó, lo raspó contra en fondo, contra un lado y el otro, y él, tirando manotazos perdidos se colgó de unas raíces.  El agua llegaba casi al techo, y la cueíta, el viaje había sido cortito, hasta las planchas de fierro que tapaban la veréa del canal en  la otra cuadra, y así, agarrado  de las raíces, empezó a meterle cabezazos a una plancha.
 ¿Te acordai del Medio Pato?... El “Loro” de la botillería del maricón Segundo pu´h Guatón, bueno,  estaba durmiendo, muerto e´curao, cuando sintió que se le  movía el piso, se hizo a un lao y vio que la tapa saltaba un resto y se oía un Tummm y volvía a caer...y Tummm, y otra vez. Oye Guatón,  cuántos cabezazos se habrá pegado el “Milo” antes de que el mate güeas  del “Medio Pato” se acomidiera a meter los deos en la juntura pa´empezar a levantar..
 Cuenta el “Milo” que vio algo de luz, el borde, tiró una mano, tiró la otra y le metió el último cabezazo milodónico hi...yo creo que con el hueso pelado de la cabeza, hi, hi,  La plancha saltó a la chucha y el “Medio Pato”, espantao , andaba diciendo después que había  visto salir un monstruo del canal, hi, hi, grande, blanco y pelao, con tiras colgando de papeles cagaos, que había corrido hasta la esquina  y desapareció.
 El canal, Guatón,  le sacó toda la ropa, lo dejó en pelotas, y así llegó a su casa. Nadie lo vio, nadie, porque todos los güeones estábamos  esperándolo en la línea.
 Después, haciéndola cortita,  lo llevaron a la Posta, le  hicieron vomitar toda la caca que se había tragado, hi, hi, hi, y le cosieron el cuero e´ la cabeza pu´h Guatón, Yo no sé qué cagá se mandaron los doctores, porque está bien que nunca más le saliera pelo, pero está mal  pu´h Guatón,  el colorcito que tomó la pelaúra, ¡rojo poto e mono pu´h gueón!, ¡poto e mono!, hi, hi. hi. - Y su cuerpo grueso, más que cuarentón saltaba en la silla. Nuevamente sus ojos cerrados parían  gordas lágrimas de gozo por el rotundo remate en el relato  de una historia tantas veces contada, en forma distinta.

 - No por eso....ahhh –comentó, ya recuperado, terminando su trago- vamos a llevar una vida seca- Y golpeó el vaso contra la mesa.
 -Me voy Negrito, estuvo buena la cháchara.
 -Espera un poco Tongüita...¿por qué no la seguimos el viernes?... Mi compadre Choe quedó de pasarme a buscar para ir a comernos una “necar”, le gustaría verte.
 -No se Negro. No sé si pueda porque...
 -Porque te pusiste “Macabeo” gueón...Te manda tu señora ¿Sabís Tongüita? Le voy a decir a mi compadre que el viernes a las ocho vai  a estar aquí güeón,  y no se hable más.
 -Ahí voy a ver  pu´h Negro.
 -¿Por qué no te ubicai al “Milo”  y lo traís?..., siempre se  me aparece como un fantasma  y me baja una pena Guatón...
 -Es que lo tuviste de material por años pu´h Negro y eso te pesa en la conciencia.
 -Eso será pu´h Tongüita. Me gustaría reivindicarme con él, hi..hi… loréa la palabrita…, y sacarme la mochila..
 -Bueno Negro, si todavía está en mi barrio puede que lo encuentre, y ahora sí que me voy huevón, porque me atrasé más de la cuenta.
 Nos paramos, nos abrazamos, creo que algo noble había  germinado en el Negro en estos años sin vernos. Ya en la puerta me palmoteó la espalda  como se despide a un recluso  con salida dominical y sentenció.
 -El viernes Tongüita… a las ocho.
 En menos de una hora  de llamarme Leonardo, retrocedí a todas las formas de nombrarme ya olvidadas: Guatón, Guatoncito, Tongüa, Tongüita. “Guata” no me había dicho, pero ya vendría.
 “El viernes a las ocho”, tarea : ubicar al “Milo”, convencerlo para salir, decirle que nos vendríamos temprano,  El “Negro” con dos botellas ya estaría borracho. Le daría por llorar y pedir perdón. Se le colgaría del cuello,  y besándole el escapulario -si es que aún lo usa- pasaría horas diciéndole “putas que te quiero conchetumadre, perdóname culiáo, perdóname”.- Y el Milo, consolando-, “No llorís Ponchito si ya pasó. Yo nunca te hice caso. No vis que yo tamién me reía. Y cuando lloraba era porque me dolía el  pecho, por ser solo, o por otra cosa, o de  tonto no má”.
 Así, haciendo rebotar imágenes y voces en la pared interior de mi frente, bajé al Metro que, atiborrado,  exhalando su tufo podrido por miles de pulmones, por sudores falseados y gases anónimos, me acogió en su  vientre fóbico.
 Tenía que ser hoy; ¿o mañana?. Hoy era probable  que alguien me informara de él, mañana… quizás...estación “Pila del Ganso”.
 Caminé  hasta la calle Ecuador. Entre al frío ámbito de una maestranza. Los trabajadores con el pelo mojadito, salían, irremediablemente a la noche. Las máquinas, sin ellos,  estaban quietas y mudas. Sólo, envuelto en aromas de acero y solventes, ordenando papeles… el dueño.
 -Buenas don Lucho.
 - ¿Cómo le va maestro Leo?
 - ¡Bien don Lucho!...¿Sabe?...Vengo de pasadita a ver si me ayuda a encontrar a un amigo.
 - ¿De quién se trataría?
 -Hace años me lo encontré aquí mismo...Se llama Bernardo. Mide como dos metros. Tiene unas patas de este porte. De boca chiquita con los dientes  chuecos...
 - Bernardo no,...Usted busca al “Milo” maestro Leo.

 Un apodo, su nombre. Tal vez porque lo sintió  articulado por las voces más queridas de su niñez, por sus amigos y los padres de sus amigos, por el almacenero abusivo  que, por unos dulces,  lo hacía mover  de aquí para allá y de allá para acá, pesados sacos y cajones, por el cojo de la carbonería, que tantas veces lo mandó tiznadíto de regreso a su casa con unas monedas empuñadas en su bolsillo. Su madre, que apenas oscurecía salía  a derramar su amor al aire, gritando: “¡Miiiilo”!:....”¡Miliiiito!”. Y  mi propia voz, que lo llamó tantas veces para que viniera a mi lado a escuchar mis penas de niño y el ponía toda su atención, para  entender… nada. 
 El “Milo” acogió, en su alma, su apodo  ancestral y se ungió con él para siempre.

                       - Usted busca al “Milo”. El grandote de la peluquita.  
 - ¡Ese mismo, don Lucho...ese mismo!

 Como me indicó, a tropezones y puteando, entré por esa abandonada y oscura calle, dos cuadras hacia el norte por la fragmentada acera oriente. Al finalizar la segunda, encontré un ancho callejón sin salida  formado por dos largos muros. Uno, el de la derecha, de una fábrica de conservas. El otro, con herrumbrosas flechas en el lomo apuntando al cielo, circundando una escuela. Al fondo,  detrás de unos montículos  de arena húmeda y lavado ripio, colindando al fondo con la conservera, el portón abierto de un taller del que salió un inmenso perro negro como la noche, lanudo y engrasado, que vino a mi encuentro gruñendo y pelando los dientes.
                       - ¡Quieto, Jack!
 La orden  salvadora brotó desde lo profundo  de una larga excavación y una cabeza se asomó al borde para mirar  hacia la mal iluminada entrada donde estaba yo, envarado, con el perro calentándome las pelotas con el tufo.
 - ¡Atrás, Jack!...¡ Diga quién es y qué quiere!
 Por la dificultad que siempre tuve para ver en la  penumbra, no podía distinguir los rasgos del gigantón que  ya estaba fuera del foso con una pala amenazante  terciada contra su pecho.
 - ¡Quiero saber si trabaja  acá  el “Milo”! ¡Soy Leonardo Soza!
 - ¡¿Leíto?!....¡¿Guatoncito, Leo?!
 - ¡En vivo puh´ hueón, y asegura a tu perro por favorcito!
 Soltó la pala, se devoró con tres pasos los cinco metros que nos separaban, y, agarrándome por los sobacos, me encumbró por el aire, tal como el humorista  que imitara  graciosamente al papá, lanzando a la güagüita  para obtener una  divertida  mueca de origen gástrico. Y, entre risotadas  abismales, goterones de lágrimas, saltos y ladridos del perro alrededor nuestro, gritaba alborozado...
 - ¡Es el Leito, Jack!...¡Vino el Leito, Jack!, ha, ha, haa. ¡Mi amigo Leito, Jack!... Vino a verme Jack, ha, ha, haa!
 Al ponerme en tierra, dejó caer su brazo de árbol  desnudo  sobre mis hombros y me invitó a pasar.
 - Entremos Leito, a tomar té. Hace frío ueón. Yo no tengo, pero hace. ¿Te viniste solo? ¿Cómo supiste? Por acá pica el pollo ¡Tanto tiempo Leíto! ¿Tenís hambre? Te voy a hacer un sanguchito ¿Andai en auto? Menos mal que te acordaste de los pobres. En el altillo vivo yo. Subamos, no te vai a caer  no má...
 El “Milo” no sabía de diálogos. O caía en un silencio árido en el que ponía los ojos como huevos fritos mientras alguien hablaba, o se desparramaba  en una constelación  de comentarios y preguntas  que no esperaban respuesta.
 Así vivía, en el entorno que yo recordaba de su hogar en el pasaje, entre otras cosas, la cama de bronce cubierta  con su alba colcha de bolillo milagrosamente conservada , el tocador, la jofaina y el jarro esmaltado con flores azules. Su biblioteca conformada  por gruesos volúmenes  que provocaban la envidia  de todos nosotros , ya que contenía  todas las ediciones, perfectamente numeradas y cosidas, del “Pato Donald”, “la Pequeña Lulú”, “Tom y Jerry” y el “Okey”
 Vació agua en el lavatorio para sacarse la tierra que traía pegada  al cuerpo y lanzó un segundo racimo de frases cortas mientras se secaba.
 - ¡Aquí estoy yo, el taller lo desocuparon, aquí arreglamos buses, de esos que van para afuera, ahora los llevan a otro lado, mientras tanto yo hago el foso y cuido no má.
 - ¿Y tu mamá “Milo?, ¿Se quedó en el barrio?
 - No Leíto...
 Guardó un largo  y espeso silencio. Luego, el llanto fue  una llave abierta que bañó su rostro y le ahogó la voz.
 - No Leíto... La Orfita... se me murió... Me quedé solo... hace poco...en el verano...fuimos a Cartagena...por el día...Le gustaba bañarse en el mar...Con ropa Leíto...Y después revolcarse en la arena... Quiso secarse al sol...Se puso helado el día...Nos vinimos...Le dio fiebre...No me hizo caso...igual fue a trabajar... después al hospital…Duró una semana...Y se me murió no má...
 No pudo seguir. Se derrumbó en la silla rococó tapizada en hermoso brocado- herencia de su madre- , frente al espejo,  y se cubrió el rostro.
 Con el dorso de la mano sequé mis ojos, sorbí las lágrimas que bajaban por mi nariz y apreté su cabeza contra mi pecho.
 - Yo también sé de esto “Milito”. Putas que duele. Pero así es la vida...Ya pu´ hueón, no llorís más.
 Se enjuagó la pena en la jofaina y cayendo en un mutismo natural, procedió a preparar dos jarros de té, los llenó con agua de un termo y cortó gruesas tajadas de queso que puso, con cáscara, en dos  marraquetas. Sin pronunciar palabra haya, masticamos, tragamos  y pensamos un buen rato.
 - Estaba rico el queso Milo!
 - ....
 - Me encontré con el “Negro Poncho”!
 - ...
 - Voy a salir el viernes con él y  con  el “Choe”!
 - ...
 - Me pidió que te buscara para invitarte!
 -  ...
 -  Dime algo pu´h “Milo”...Parezco hueón hablando solo!
 -  Oye Leíto, Tú sabís que no ¿Qué quiere el “Poncho”? Yo me olvidé de él, de toos, Y el Choe ...otro ueón malo. Me quedo aquí tranquilo no...
 - ¡Para, para hueón.! _
El “Poncho” me dijo que poco menos  que no tenía paz en la conciencia por todo lo que te huevió. No le estoy poniendo ni presionando en un asunto de ustedes. El viernes a las siete y media. Voy a estar en la estación “Pila del Ganso”. Si no llegai en diez minutos, no importa. Igual nos vemos otro día  pa que me hagai un sanguchito. Ya “Milo” anda a dejarme afuera. 
 - Te acompaño hasta “la lamea”. Es tarde. Se pone pelúo. A mí no me pasa ná. Así tomo aire. Estoy contento. ¿Te acordai que te cansaba mi brazo? ¡Ah!. Ahora pesa má, ha, ha. Tengo que cerrar por dentro. ¡Entrate  Jack!. Sale no má Leíto.

 Me dejó afuera, con los montículos de arena y ripio, y cerró el portón. Sentí correr pasadores  y caer aldabas. Poco después estaba erguido  sobre el muro- Atalaya mitológico - Y con un salto brutal aterrizó a mi lado remeciendo el piso. Extendió su brazo sobre mis hombros y nos fuimos caminando por  la mitad de la calzada.
 La oscura calle no estaba sola, tenía ojos brillantes. Fumadas de pasta base y yerba, iluminaban rostros cetrinos. La afilada hoja, acechaba. Las sombras no querían ser más que sombras y esperar, en silencio.
 - Gracias Milo. Llámame y anda a verme cuando quieras. No te hace bien estar tan solo.
 - Ya Guatoncito, voy a ir. Te voy a llevar naranjas ¿Te acordai? ¿Arriba del árbol? La pasabamos bien ¿ah? Gracias por venir. ¡Chao no má!
 Su mano me revolvió el pelo y las clavículas. Me fui pensando en las naranjas. Siempre me han gustado las naranjas, arriba del árbol...¿cuándo?

 ***** 

 Ya es viernes, y no he dejado de cuestionar mis pasos hasta hoy. Acaso, ¿algo habría cambiado en mi vida si no le hubiera cumplido al “Negro”?. ¿Por qué acepté salir con el? Está bien, lo  hice, ¿y si no voy? ¿En qué podría afectarme? El “Milo” de todos modos, no irá, me quedo viendo televisión o cualquier cosa ¡¿Y si va y no me encuentra?! ¿Sería mejor para él?... Es probable que fallarle sea peor y la alegría de verme y aferrarse a mí, se convierta en una pena más en la soledad que lo rodea.
 Son las siete. El día estuvo hermoso, primaveral, en pleno invierno. La noche se adivina clarita y estrellada. Hubo viento y barrió esta mugre que respiramos, aunque sea por unas horas.
 Voy saliendo hasta la estación “Pila”. Si el “Milo” no aparece en diez minutos, me regreso.
 El Metro hacia Pudahuel viaja repleto y hediondo. Hacia el Oriente vamos, la mayoría, bañaditos y perfumados. Se ve mucho pasajero, viejo y joven, con una flor  envuelta en celofán transparente. ¿Qué día de mierda habrán inventado para hoy? A lo mejor el día del... Antes no se veía tanta cursilería en los barrios populares. Me acuerdo del tenista que dijo al referirse a Wimbledon, “El pasto es para las vacas”. Y añado: “Como las flores cortadas para los muertos”. Y me resulta una proporción matemática.
 Desde “Las Rejas” solo dos paradas, “Pila del Ganso”. Piso el primer peldaño de la escala de salida.
 -¡¡Leíto espera. No salgai. Bajo al tiro no má!!
 Vamos rodando hasta República. El “Milo” atrae todas las miradas, casi toca el techo. Nadie se acerca a nosotros. Este es un carro para animales, sin asientos. He visto gente irse de hocico casi de un extremo a otro en las frenadas  de emergencia. Como vacas en un camión; otra vez las vacas.
 - Oye Leíto, si el “Negro” no está, mejor, nos vamos a comer completos, después al pool. Tú llevai la cuenta , yo no sé. Yo le pego a las bolas no má.
 - Te escucho bien “Milo”. Habla más bajito.
 Caminamos por  Alameda  y el “Milo” no me saca el brazo de la espalda. En la próxima doblamos por Maturana. Ahí están, dentro del auto frente  al local ya cerrado. Abren las puertas y también las bocas con dientes de oro.
 Ambos, arropados con sus entallados y largos abrigos negros  de blin et blin,…se nos acercan.
 - “Milo”, amigo mío, menos mal que viniste - y con la cara pegada al pecho  de su otrora víctima, me dice…
 - Te pasaste Guata! ¡No creímos que iban a llegar!, ¿Cierto, compadre?.
 - ¡Cierto, compadre!-  contesta el Choe, mientras me abraza.- ¡Qué alegrón , Guatón Leo!
 El “Milo se ve incómodo. Decido romper el encanto.
 - ¡Basta ya!, como dijo el cantante. Dejémonos de acariciarnos  o van a pensar que esto es un contubernio de maricones.
 - Ya, tá bueno ¿Aonde vai a invitar “Negro”. A mí me dio hambre. Allá conversamo. Vamo no má.
 La atmósfera inicial se ha ido  relajando. En el auto ellos van sentados adelante. El “Choe” conduce .Van girando el cuello y riendo de cualquier cosa durante el corto trayecto.
 - Vamos a la picá de “don Grosso”, donde se come podrido, pero sabroso, hi, hi. 
 Todo va bien. El “Milo” se comió solito una parrillada  para dos  con cuatro Cocacolas. Nosotros una para cuatro y van tres botellas. Al “Milo” no lo han tocado ni con un pétalo. Se percibe hasta contento de compartir  con el torturador implacable de su niñez y adolescencia. Hace  un rato que estamos en la etapa del “te acordai”.-
 - ¿Te acordai Guata del “Sorbete Letelier”?- dijo deslizando un dedo  bajo la nariz  e inspirando ruidosamente.
 - Cómo no  pu´h Negro. Excelente amigo. ¿El papá todavía tiene los “pooles”?.
 - No Guata,  ya no,  y el “Sorbete”  se suicidó  hace como diez años.
 - P´tas que lamentable. ¿Por qué fue?
 - Encontró a su mujer con un “patas negras”, en su propia cama  güeón. Los agarró a balazos y se mató. La parejita se salvó y quedaron viviendo  en la misma casa. “Care palo”.
 Así corren las horas. El “Milo” ha puesto sus ojos como huevos fritos y nos oye hablar.  El “Choe” observa a su compadre con desesperación. La ocasión la están dando para matarse de la risa, pero nunca ha comenzado él, siempre ha estado de tapadita y, para colmar su paciencia,  el “Negro” lo apunta y me dice.
 - Oye, Guata, ¿Sabís porque a  mi compadre le pusieron  “Choe”? - el Choe lo mira y palidece.
 - Mmmmmm-  apenas muevo la cabeza  negativamente.
 - Resulta Guata, que cuando éramos chicos, llega un día mi compadre  con zapatos nuevos. Con más pechuga que pato é silabario. Nosotros empezamos a perseguirlo para tirarle pollos y pisárselos. El bautizo, vos sabís, y este gueón llorando  gritaba “No, por favorcito”. Hi, hi, hi. Que son muy caros, que en la casa me van a pegar, hi, hi. Que me tienen que durar  hasta  el otro cumpleaños, son “American Choe”. Hi, hi, hi. ¡¡En cagarnos de la risa!!, porque no sabía que Shoe en inglés era “Shu”, hi, hi, hi.
 (Al  “Choe”  se le afloja toda la musculatura de la cara. No entiende nada. Se levanta y va al baño, no a mear. A pensar).
 Cuando regresa, ve que el “Negro” ha cambiado de lugar. Está bien apegado al “Milo”, sobándole la manaza derecha.
 - ¿Qué le pasa a este  hueón?- Me pregunta en voz baja cerca del oído.
 - Siéntate aquí Choe… No te pongai  celoso.
 El  “Negro” está totalmente borracho. Pide perdón. Le desabotona la camisa y hurguetea en el lampiño pecho. ¡¡Ahí está el escapulario!!  Es sólo un trapito marrón del cual la imagen religiosa se esfumó hace tiempo, por la milagrosa obra del detergente.
 La raída tela recibe  los besos y juramentos  del contrito “Negro”...Llora convulsivamente sobre ella.
 - Ya tá gueno “Negro”, somo amigo, como hermano, olvidemo too,  te perdono, suéltame el capulario ¡Me lo babiaste  too  ueón no má!
 - Compadre, ¿trajo las argollas?. Dele un besito a la novia y fije  la fecha, ¿Cómo le van a poner  a la guagüita? ¿”Milita”? Páseme el brazo. Ya  ¡¡UF!!.Al baño con el hueón. Le voy a mojar  la cara  Guatón.
 - Avanzan tambaleantes entre las mesas. Nadie los mira. Sólo los más cercanos se apartan,  por precaución, de su alcohólico equilibrio.
 - Ya me  burrí. Vamono , Leito. A jugar pool. Tú llevai la cuenta...
 - No “Milo”. Son las dos de la mañana. Yo trabajo los sábados.
 Los veo salir del fondo y enfilar hacia nosotros con una estabilidad asombrosa, veo destellar sus ojos bien abiertos, como de gatos, las caras bien lavadas, erguidos. Ya de vuelta a la mesa observo sus narices…empolvaditas y concluyo susurrando…- (se drogaron)-.
 - ¿Qué dijiste Leíto?
 - ¡Que nos vamos!...¡Al tiro “Milo”!- termino la frase con tono imperioso. Echo atrás la silla y tomo mi parka.
 - ¿Qué te pasa “Tongüa”?
 - Que ya es tarde “Negrito”. Tengo que abrir temprano el taller y el “Milo” también.
 - ¡Lorée compadre Choe! P´tas  la gueá... ¡Si la noche es joven todavía!
 - Qué le vamos hacer pu´h compadre. De hueones  se la pierden. Nos vamos  al “topless” de Matta. Ahí agarramos dos minitas.
 El “Negro”  llama al mozo y anota en el aire sobre la palma de su mano . El “Milo” y yo queremos pagar. Se molesta  y aparta nuestro dinero y deposita el suyo en la pulida bandejita.
 -No por eso vamos a llevar una vida  seca – dijo, colmando  los vasos para la despedida.
 La luna llena de septiembre nos ha pintado los rostros con el maquillaje de los mimos,  y la cordillera, que a media tarde se veía preñada de nieve,  es un refrigerador ciclópeo con las puertas abiertas, soplando hielo a las calles  vacías.
 - ¡Ooooff... Abre luego “Choe” que me cago de ofri. Suban cabros, los vamos a dejar.
 - No se hagan problemas. De aquí tomamos un taxi.
 El “Milo” ya está adentro. Encorvado para no tocar el techo. Para esta noche, su último deseo  es quedarse dormido, bien arropado, sonriendo en paz por su  buen encuentro y reconciliación con el trocito doloroso de su pasado.
 - Estuvo buena la parrillada. Esta es una picá poco conocida “Guatón”. Ya no más se va a poner como cualquier otra y te la van a llenar de puros “accesorios”, como dice mi compadre “Poncho”.
 - Es que se me olvida la palabra  pu´h compadre Choe. ¿Cómo es?...No me acuerdo. Bueno, las ubres, las prietas, esas gueás, no no, no me acuerdo.
 - Subproductos compadre, sub-pro-duc-tos. Sétima vez. Anótelo en la agenda el hueón, porque la neurona que le queda está entrando a cagar.                         
                                    - A propósito, ¿sabís Tongüa que tiene de bueno el “Alzeimer”?
   -¿Qué será?
   - ¡Que toos los días veís caras nuevas. Hi, hi, hi.
 Al “Milo” parece no importarle por donde vamos.
   - “Choe” , en la estación toma por Ecuador  y pasado General Velázquez te aviso cuando virar a la derecha.
 El “Milo” va aún más curvado. Parece que se durmió, porque a pesar de los tumbos del auto en las dos cuadras hasta su callejón, no da señal. Nos detenemos frente a la conservera. Intempestivamente, como fugándose, los compadres abren sus puertas. Estoy paralizado, enmudecido. Los veo en la acera al “Choe” y al “Negro” que sacude en el aire ...la peluquita ... El “Milo” siente el zarpazo que lo ha desnudado, el frío trasmina  la delicada piel bermellón, brutalmente tonsurada.
 Abro la puerta para bajar; pero él me pasa por encima. Grito ¡Paren, huevones de mierda! El “Milito” se empeña en coger, al vuelo, su gorro con orejeras, pero es torpe. Su mano llega tarde a interceptarlo. Después de treinta años, aún más torpe. Grito: ¡¡¡Paren maricones de mierda!!!;  la droga ensordece.
 Es el gorro con orejeras o la peluquita. Continúa la danza o cacería infructuosa a la luz de la luna llena. Los mimos enanos versus el mimo gigante. El gorro o la peluquita y mis insultos sin eco. Abrumado, ¿va a sentarse al borde de la cuneta, frente a la conservera?, ¿o es la carbonería?. Cuándo…¿Cuándo se va a sentar  a cubrir su vergüenza roja  con sus manotas? ¿En qué instante brotará el llanto  que origine  el magnánimo gesto de piedad y arrojen a sus pies  su gorro, su peluquita, y se marchen?

 La  peluquita vuela hacia el “Choe”. El “Milo” va hacia él. La peluquita vuelve al “Negro”; pero el “Milo” sigue rumbo al Choe”. No a la cuneta. No hacia el “Negro”. Toma al “Choe” por las solapas  del abrigo de blin et blin entallado, negro y largo. Lo lanza a las alturas. El abrigo se abre  y el “Choe”, como murciélago mimo,  dibuja una parábola nocturna y cae sobre el techo de su auto, rebota y va a dar al centro de la calzada. El mimo murciélago se  dañó las alas. Se arrastra como mimo  reptil. Sube al auto. Enciende el motor… y huye.
 Los dedos del “Negro” se han engarfiado. El gorro peluquita  está energizado con mil quinientos cincuenta  voltios. No puede soltarlo. Se orina. Grito.-  ¡¡Suéltala  Negro!!...¡¡Tírala al suelo conchetumadre!!-.
 El “Milo” mira la cuneta. Está al borde, en el límite, creo que reflexiona. -”Nunca me gustaron las cunetas, me traen malos recuerdos, me sentaba en ellas a llorar, por mi peladita, por mi gorro aleteando con sus orejeras, sintiendo la risa, hi, hi, hi., del “Negro”, hi, hi. hi. Que está aquí, detrás de mi no má”-..
  Con los dedos agarrotados en la peluquita, la espalda  contra el muro de la conservera, el “Negro” en trance… El “Milo” ahora está mirando  la risa. Está muda; pero la ve. Grito - ¡¡¡Suéltala “Negro” hueón!!!,.. ¡¡¡¡Despierta mierda!!!!-.
 Abre sus dedos, y un estéril movimiento parkinsoniano, hace que la peluquita  caiga ahí, a sus pies.
 No existo, no me oye, me rompí la garganta. Agarro al Milo de un brazo y me arroja  trastabillando al suelo.
 El sólo quiere que se extinga, hi, hi, hi, para siempre, hi. La risa, hi. Azota la risa contra el muro, el muro tiembla, la risa se  debilita con cada embate, ya es casi inaudible, la risa no se escucha. Buchadas de risa, de risa con sangre, buchadas de sangre-sangre en el pecho del “Milo”. El “Negro” está muerto.                                                                                                                                                          ,                                    Por el callejón transitamos en cortejo, el Milo delante, arrastrando al “Negro Poncho” por el cuello  del abrigo, a la zaga yo, atrapado en la órbita de la muerte      .  
 Está frente al taller. El “Jack” ladra furiosamente cuando el cuerpo del “Negro” se desploma  al interior lanzado desde fuera, por sobre el  muro. El “Milo” se encarama  y desaparece. Cesan los ladridos..
 Los minutos se arrastran. Ahora se enciende  la insuficiente  luz interior. Se deslizan pasadores y aldabas. El portón  se abre.
 Las piedras lavadas por el rocío y la lluvia, la húmeda arena  pálida  de luna, agua, cemento, pala, albañil. Los elementos  primitivos  se  han  conjurado para el acto funerario. La argamasa que cubrirá  al “Negro” Poncho que yace en la profundidad del foso.
 ¿Cuántas veces ha volteado la carretilla? El  “Jack” cansado  del monótono ir y venir  tras su amo, se echó a mi lado.
 El sepulturero ha terminado. De pie al centro del umbral pasea su mirada por la oscuridad, sabe de mi difusa presencia, la procesa en su retina y me alcanza su voz...
 - ¡Entra Leíto!..¿Querís tomar té? Te hago un sanguchito. Hace frío….. No te vai a resfriar no má.
                 ********

Autor : Alfredo Aburto Marchant músico, compositor  y escritor chileno .
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