domingo, 15 de enero de 2023

"EL CABALLERO DE LOS 8 PEQUEÑOS LIRIOS BLANCOS Y UNA AZUL FLOR DE LIS" AMÉRICA COMPARINI .CHILE











 No era hombre, sino el antiguo fantasma de un caballero andante, que 
brincaba por los techos de la ciudad en su corcel negro
 No portaba el Santo Grial en sus manos, sino un copa de plata, desbordada de vapores, surgidos de sus propias lágrimas y recubierto de rubíes, que no eran otra cosa que ellas empañadas y petrificadas.
Esta aparición , que a ratos se convertía en un hombre, era el melancólico Caballero que portaba en su escudo 8 lirios blancos y una pequeña Azul Flor de Lis .
Blanco de barba y cabellos,  venciendo sus propios temores me visitó un atardecer.
Portaba sonoras sandalias de metal.
 _Me sorprendió eso en su vestimenta! _
Pero al fijarme más detenidamente, según sus intenciones, cambiaban de color:
Si hablaba de la guerra : ellas se encendían como heridos pechos de loicas.
Si gruñía, se transformaban y se volvían   negros calzados.
 Si su voz era dulce y esperanzadora, se convertían en coloridas esmeraldas.
 Si sentía el deseo fuerte de la poesía, se tornaban azules,
Si sentía pasión se volvían rojas como púrpuras  rosas.
 Hasta llegar nuevamente a mimetizarse plateadas, porque su vestimenta y todo en él era de ese color.
Dicen que venía de lejanas tierras, de aquella de 14 pasos adelante y 12 pasos atrás, de bosques repletos de druidas y ninfas que danzaban al amanecer, de caballeros rudos, que reían estrepitosamente y besaban a sus hembras o damiselas con la boca repleta de cerveza y venado, pero se jugaban la vida por cosas que consideraban del honor.
Cuentan que este esbelto caballero , se descolgaba por las ventanas de los castillos de las doncellas y  damas comprometidas , susurrándoles   sus lamentos de amor para así conquistar y cautivar sus corazones.
Y finalmente retomar su camino partiendo como si jamás las hubiera conocido!

Un día, por esas cosas del destino, lo divisé en las páginas de un libro, que habitaba desde hace siglos en un estante de mi biblioteca.
Desde allí me hizo señas y me instó a buscarlo en la faz de la tierra.
Cosa, que para mi no fue difícil: yo entraba y salía de los libros con una asombrosa facilidad.
También a ratos, cuando mis preguntas eran demasiado íntimas y  me volvía curiosa, él se transformaba en pez, un pececillo de plata, que yo trataba de coger, pero era imposible, porque escapaba como si su piel fuera jabonosa.
 Al hacerlo mostraba unas aletas transparentes de diferentes formas y colores.
Eso en él me angustiaba, yo quería sujetarlo con mis manos, no para que perdiera su libertad, sino para escuchar su voz, su poesía y contemplar sus extraños visos y acariciarlo.
Porque en sus ojos pequeños había tanta necesidad de amor.
(en realidad,  eso no era cierto, sino mi febril imaginación.)
Una tarde de solsticio de verano,  lo vi avanzar con paso ligero por las faldas de la montaña cercana a mi hogar, en medio de eucaliptos, maitenes y aromáticas yerbas buenas.
 Me hizo señales con su mano derecha, la que tenía 6 dedos, que más que dedos, parecían un ramo de adioses..
Intrigada , acogí su compañía y escuché por primera vez, las voces que hilvanaban sus labios bajo la armadura.
Eran voces dolientes, seductoras, persuasivas, que hablaban de versos y contaban historias y evocaban damas profundamente amadas.
_ Cuidado! _me gritaban mis protectores,   dioses, que se encontraban atónitos a mis espaldas , por mi actitud tan inadecuada, para una dama tan protegida en su castillo, lleno de barrotes y puente levadizo.
Desobedeciendo a sus ruegos , pese a todos sus esfuerzos, tenté a los guardianes de mi aura , y me dejé llevar por sus palabras y di paso a la feminidad tremolante conmovida, que era.
Me engañé a mi misma pensando que lo encantaría, no con mis atributos  poéticos y juglarescos , sino con mis ardientes besos y los brebajes del amor.
_Pero no pude ! _
Porque a ambos nos penaban los momentos pasados, que como vapores tomaban vida y se transforman en rostros de  nuestros amores pasados.
Los recuerdos celosos se reían con estridentes y violentas carcajadas  en la habitación, cuando desenfundó su espada y cortó los dos pabilos que ataban el escote de  mi vestimenta y mi túnica rodó por el suelo.
Desnuda de ropajes materiales y del alma, lo miré con enamorados ojos.
_ Él me dijo que eran hermosos y del color de la aguas del lago._
Puse mi mano sobre su pecho, para compartir mi corazón con el suyo, pero su músculo ya no estaba allí.
 Vano intento,!
lo encontré un espacio vacío inmenso :  había muerto su corazón !
_ Y aunque él nunca lo supo_ 
En ese momento, en ese preciso momento, yo sentí deseos de amarlo y tuve grandes sentimientos de ternura por él.
Hasta me convertí en una hada madrina y busqué doncellas para encantarlo, pero resultaron que no eran doncellas y tampoco quisieron encantarlo.
Sin embargo yo persistía en sacarlo de la tristeza, porque, en carne propia conocía el dolor del amor ausente y por esas locas cosas inexplicables y si  que nos ocurren a las  " ladies ", su voz no me era en absoluto ajena, y me pareció conocerlo de otra época .
El  usó palabras claves y perturbadoras que como enredaderas, habitaron en mi corazón.
Extendí mis manos y sacudí, como si fue una carpeta bordada con agujas de plata e hilos de sedas  mis propios dolores.
Dancé por los techos de la ciudad, aledaños a los castillos viejos, donde se reunían los juglares con sus cítaras, los arlequines con sus arpas, los centauros con sus flautas y las ninfas con sutiles vestidos de gasas blancas, rosas y celestes, e infinitos colores, como corolas de frágiles flores.
 Bailé hasta quedar exhausta y pedirle a lo dioses que se abrieran los cielos, escaparan las nubes negras y el sol volviera a salir en mi vida.
Descolgada en mi ventana, embriagada del perfume de los jazmines y el cedrón, que como  largas cabelleras caían suavemente por el balcón perfumando la tarde, soñaba y lo llamaba en silencio .
Los  tentáculos dulces de la flores invadían  la calle  y la embriagaban .
Escapé de mi pequeño jardín y abrí temblando de par en par las pesadas puertas del ventanal y dejé que ese atardecer del día número 30 del mes doce, del año décimo , el Caballero de los 8 lirios blancos y la Azul Flor de Lis, entrara a mis aposentos y que los besos fluyeran como por encanto y se esparcieran por todo el lugar llenándolo  de amor.
Aromé de primaveras el salón y la alcoba , encendí los 7 cirios de 7 candelabros y le dije en susurros pegada a su boca y sin que él me escuchara :
_Déjame deslizarme 
orillarme por tu vida
bordear tus horas,
llenarlas de soles
para que puedas aromar nuevamente a rosas !_
Ese atardecer que el desconocido, Caballero  extranjero, corrió con su alazán plateado casi rozando las azoteas del vecindario , se apagó el sol, tronaron los cielos, se encendieron los relámpagos que ocultos veraneaban en las faldas voluptuosas de las nubes.
Caprichosas ellas, dejaron a sus amantes y se fueron corriendo veloces trás el Caballero para detenerlo cuando llegó a golpear a mi ventana .
Inconsciente de mis actos y cautivada por sus cantos, su voz y su mirada, extendí los brazos temblorosos  para recibirlo con pasión y ternura.
 En un acto amoroso tomé su corazón y lo puse junto al mío, pero pasadas algunas horas, después de los consabidos besos y los momentos de  placer, al palpar nuevamente su pecho, me di cuenta que ya no existía y había un hueco más profundo que el mío.
Mirándome tristemente me dijo:
"_Lo siento bella señora de los ojos traslúcidos como el agua de los lagos, no puedo amarla, tengo el corazón deshecho. Se lllevó todo ella..."
Esa noche me dormí con el alma extrañamente confundida, metida hacia adentro, dispuesta a  no esperar su retorno, sabiendo que era un imposible.
 Conclusión que me llegó luego de verlo galopar  hacia las estrellas, escapando como huracán perdido entre las negras  nubes.
 Ya se había vuelto nuevamente todo oscuro, como oscuro era todo en él.
Sentí tanto miedo, que su color me invadiera, contaminara mi alma , sellara mi risa y apagara la armonía de mi arco iris. 
Si eso sucediera, me repetía a modo de consuelo, debería escapar a toda prisa de él.
Me dormí en el lecho aún tibio por su presencia y sintiendo su aroma en mi almohada y su sombra a mi costado.

Cuando desperté, era de mañana, un rayo de luz se insinuaba por el cortinaje, las aves cantaban en los árboles y una caja encantada reflejaba personas.
 Una voz extraña repetía:
las 7.30 de la mañana hora de levantarse.
 Hora de levantarse..."

Levanté la cabeza sin comprender nada, miré las paredes de la habitación, en una de ellas  había un cuadro de una mujer rubia , una mesita de noche, un jarro  repleto de tulipanes, un mueble con cofrecitos pequeños y joyas  colgantes, la puerta de un arcón entreabierta, mostrando una prenda de vestir marrón, un can  roncava a mi lado.

El extraño artefacto seguía repitiendo: "las 7.35 hora de levantarse, hora de levantarse"....

Era todo tan   incomprensiblemente confuso:  la habitación era otra, no había salón, ni vestidos antiguos, no había armadura, caballo alazán, ni vestigios del caballero.
Un calendario de rojos y azules números indicaban  último día del año......año 2010...siglo 21!!!!!!
_ Obligaciones, trabajo hasta mediodía.

De un salto me senté en la cama y comprendí que el Caballero que portaba un escudo con 8 lirios blancos y una pequeña flor azul de lis, nunca existió, me palpé el pecho para ver si tenía corazón y el músculo cardiaco contestaba sincopadamente: aquí estoy..aquí estoy"..


Todo no había sido más que un sueño.
 Algo absolutamente irreal,completamente surrealista la conversación, las imágenes , sus manos, su boca y la mía repitiendo :
_! qué placer...qué placer¡


Un bostezo políticamente correcto se deslizó por el dormitorio.
 Con un pequeño escalofrío extendí los brazos hacia arriba, los bajé y me puse las pantuflas , la bata, tomé los acostumbrados fármacos matutinos .


Dejé correr el agua sobre la tina del baño, la perfumé  con aromáticas yerbas de melissa y manzanilla para relajarme.
 Minutos  después bajo la ducha, mientras el agua se deslizaba por mi cabello y el shampoo, se metía en mis ojos, dejé escapar un largo sollozo y sin darme cuenta exclamé: 
_ ¡Yo quería que fuera cierto.¡..
Tal vez  cansada de llorar ausencias!!!
De  saber que el  amor perdido en la eternidad ya nunca más regresaría .
Salí de tina de baño temblando y me envolví en la toalla de baño dibujada y llena de flores ,  puse otra en el cabello y  estremecida me fui al dormitorio. 
La Iglesia de la Merced tocaba su octava campanada .
Al agachar la cabeza para quitarme la toalla  y secarme el cabello, con el movimiento, se voló una hoja que estaba sobre la mesita de noche,.
Pensando  que  era una cuenta por pagar que no había visto la tomé :
_ De  de ella cayeron al suelo 8 pequeños lirios blancos y una pequeña Azul Flor  de Lis._

FIN

Fotografía " Ensoñación de Caterina"...pintura de América Comparini Salas.